(Recordando esos momentos en que soñaba que me amabas)
Bueno… en realidad no estaba
tan loca, pero suena poético, ¿no? Aunque sí, la verdad es que sí pensaba todo
el tiempo en vos. Volvía del colegio ansiosa por acostarme en la oscuridad a
recordar y hacer casi vívidos mis recuerdos. Porque con tan sólo pensarlos no
me bastaba. Necesitaba revivirlos, sentirlos, escucharte decir “Te quiero” otra
vez en mi oído, ver tus ojos cerrados cuando me dabas un beso concentrado,
sentir el tacto tibio y áspero de tu piel oscura en mis manos, oler ese perfume
que es sólo tuyo, irrepetible, porque es tu olor. Por eso cerraba las puertas
de mi habitación y me tapaba los ojos, porque en la oscuridad era más fácil
verte y sentirte sin tenerte, y pasaba quizás horas pensando en vos.
Era una mala costumbre, lo sé. Una vez que terminamos me
costó bastante entender que todo eso no iba a volver a suceder. Yo te dije “ya
fue” con la esperanza de un “volvámonos a ver” por tu parte. Salí corriendo
para que vayas a buscarme.
Pero me olvidé de lo mucho que te conocía. Tantas fantasías
en mi cabeza, tantas imágenes idealizadas de vos, tanto amor para darte pero
tanto orgullo de por medio, me hicieron olvidar de cómo funcionaba tu
personalidad.
Si vos terminás algo, se termina, no hay bis, ni
repeticiones, ni vueltas. Y más si ya no puedo ser la chica fiel y perfecta que
veías en mí. Que creías que era, o que al menos trataba de ser para vos. Si ya
no puedo ser esa chica, si ya tu imagen de mí quedó manchada, y si tu orgullo
quedó dañado, no me vas a seguir.
Salí corriendo y te esperé en algún lugar donde te costara
verme, pero no seguiste mi rastro. Mi plan salió mal, no me perseguiste. Por lo
tanto nunca me alcanzaste, nunca te diste cuenta de que más adelante me quedé
esperándote.
Pero hablábamos de lo poco que duermo. O por lo menos de mi
poca predisposición a entregarme a esa nada, ese vacío que supone el intentar
dormir. Y estaba diciendo que cuando estabas conmigo, meditaba y dormía mucho
más porque era el tiempo en que mejor te recordaba.
Bueno,
ahora me pasa exactamente lo contrario. Aunque ya no es como al principio, que
tu recuerdo asaltaba mis pensamientos al momento de cerrar los ojos, sigo
teniendo miedo de que todas esas cosas sin importancia que llenan mi mente se
agoten antes de que el sueño me atrape, y tu recuerdo emerja con toda su
fuerza, destruyendo toda esa fina caparazón que poco a poco he creado para
cubrirte, taparte, esconderte de esta realidad que vivo, y de la que ya no sos
parte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario